Por: María José Calvimontes C. * 13 November, 2009
Generalmente pensamos que la inspiración para nuestro trabajo emprendedor la encontraremos sólo o especialmente en las historias de empresas exitosas, en las noticias de negocios o en las listas de “10 consejos…” o “10 ideas…”, que abundan (y que, claramente, sirven en muchos casos).
Pero la agitación de las jornadas laborales, los imprevistos que se presentan y los obstáculos que hay que salvar cada día requieren más que recomendaciones racionales y concretas. Acompañar el trabajo con música, “tomar cinco minutos de sol” (como alguien me sugirió), o incluso leer poesía, puede servir para despejar la mente y recobrar energías. Más aún si lo que se lee, o lo que se escucha, tiene un mensaje que nos alienta.
Por eso copio acá este conocido poema, que mi padre compartió conmigo hace muchos años, y al que he vuelto con más frecuencia desde que soy una emprendedora. Por algo será.
Si…
Rudyard Kipling
Si logras conservar intacta tu firmeza
cuando todos vacilan y tachan tu entereza;
si a pesar de esas dudas mantienes tus creencias
sin que te debiliten extrañas sugerencias;
si puedes esperar, e inmune a la fatiga
y fiel a la verdad, reacio a la mentira,
el odio de los otros te deja indiferente,
sin creerte por ello muy sabio o muy valiente…
Si sueñas, sin por ello rendirte ante el ensueño;
si piensas, mas de tu pensamiento sigues dueño;
si triunfos o desastres no menguan tus ardores
y por igual los tratas como dos impostores;
si soportas oír la verdad deformada
y cual trampa de necios por malvados usada,
o mirar hecho trizas de tu vida el ideal
y con gastados útiles recomenzar igual…
Si toda la victoria conquistada
te atreves a arriesgar en una audaz jugada,
y aun perdiendo, sin quejas ni tristeza,
con nuevos bríos reiniciar puedes tu empresa;
si entregado a la lucha con nervio y corazón
aun desfalleciendo persistes en la acción
y extraes energías, cansado y vacilante,
de heroica voluntad que te ordena: ¡Adelante!…
Si hasta el pueblo te acercas sin perder tu virtud
y con reyes alternas sin cambiar de actitud;
si no logran turbarte ni amigo ni enemigo,
pero en justa medida pueden contar contigo;
si alcanzas a llenar el minuto sereno
con sesenta segundos de un esfuerzo supremo,
lo que existe en el mundo en tus manos tendrás.
¡Y además, hijo mío, un hombre tú serás!
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